NUTRICIÓN PARA TENER ENERGÍA
La nutrición es una respuesta involuntaria que lleva a cabo el organismo para obtener la energía requerida a la hora de llevar a cabo sus funciones. El proceso se inicia cuando una persona ingiere un alimento. Es decir, una vez que la persona a deglutido el alimento, el cuerpo a través de una serie de reacciones, irá adquiriendo los nutrientes que dicho alimento le aporta.
De este proceso, el organismo recibe el aporte energético necesario para llevar a cabo todas las funciones necesarias. Así mismo, garantiza una homeostasis interna (estado de equilibrio interno). En el momento en el que aparecen desequilibrios, el organismo cuenta con respuestas compensatorias para regresar al punto de partida.
Por ejemplo, en el caso de llevar a cabo un ejercicio físico que demanda gran consumo de oxígeno y de glucosa (running):
El organismo acelera la frecuencia cardíaca y los pulmones de expanden. ¿Qué se consigue con ello? A través del bombeo más rápido de la sangre, los músculos tienen acceso a mayor cantidad de oxígeno y a energía extra para efectuar su actividad.
VÍAS DE OBTENCIÓN DE ENERGÍA EN LA NUTRICIÓN
El organismo es un sistema muy preparado y con capacidad de adaptarse y anticiparse a las posibles demandas o necesidades que pudieran surgir. Y es por ello que cuenta con dos vías de obtener energía según se vea en la necesidad.
En caso de requerir energía de manera inmediata, cuenta con un mecanismo de aporte energético rápido, también conocido como «reservas a corto plazo». Aquí encontramos al glucógeno que se almacena o en células de los músculos o en el hígado (con capacidad de hasta 300kcal). El nutriente esencial de la composición de esta reserva son los carbohidratos CH.
No obstante, en caso de que las reservas rápidas se acaben, antes de su completa depleción el cuerpo activa su segundo sistema energético: las reservas a largo plazo, conocidas como «reservas de grasa». Éstas se encuentran almacenadas en tejidos subcutáneos y/o alrededor de órganos. En su composición se encuentran los triglicéridos, los cuales son moléculas compuestas por glicerol.
OBTENCIÓN DE ENERGÍA A CORTO PLAZO
Para comprender de manera sencilla el proceso de cómo el cuerpo obtiene energía a corto plazo partiremos de un estado de déficit (necesidad de alimentarse): desde 0.
Energía directa por alimentación
Cuando por las mañanas nos levantamos, han transcurrido al rededor de 6-8-10 h. desde nuestra última comida. *Esto depende claro está, de la hora en la que cenemos, de si picamos algo antes de acostarnos y de las horas que durmamos. Sin embargo, la cuestión reside en que hace unas horas que el organismo no recibe alimento del que sacar nutrientes. Estamos con el estómago vacío.
Una vez desayunado, el alimento está depositado en el estómago para pasar al intestino. Allí es donde realmente se considera que comienza la digestión de los nutrientes.
En la degradación de los nutrientes, el aporte calórico de éstos se transforman en glucosa, la cual es vertida al torrente sanguíneo. Pero qué ocurre: parte de la glucosa en sangre sí es utilizada por las células para el mantenimiento de su actividad, pero el excedente debe almacenarse para casos de necesidad (momentos de ayuno, necesidades energéticas extra por la ejecución de actividades paralelas etc). Y para poder guardar esa glucosa, el páncreas secreta la hormona Insulina, la cual reconvertirá el excedente en glucógeno.
Energía indirecta por Glucógeno
Una vez que todo el alimento desaparece del tubo digestivo, el nivel de glucosa comienza a descender (ya que no existe aporte calórico que verter al torrente sanguíneo). Sin embargo, dado que las células necesitan constantemente una fuente de energía para garantizar la homeostasis interna, el páncreas deja de secretar insulina y lo reemplaza por Glucagón. Esta nueva hormona se encargará de reconvertir el glucógeno almacenado anteriormente en glucosa. Y de esta manera, el organismo cuenta con aporte rápido de energía ante la ausencia directa de alimento.
Como podemos intuir, el momento que transcurre desde que nos levantamos hasta que comenzamos a desayunar, las células están siendo alimentadas por el glucógeno almacenado. La glucosa llega al Sistema Nervioso Central (SNC), donde las neuronas y los neurogliocitos la absorben y metabolizan (proceso que puede durar unas horas) hasta que el glucógeno se agote.
Hay que destacar que, aunque las células del cuerpo del cuerpo pueden funcionar con otras fuentes de energía que no sean glucosa, las células propias del SNC no. Y como hemos comentado antes, las reservas de glucógeno duran unas horas, pero si se prolonga demasiado en el tiempo ¿de dónde sacan energía las células que no forman parte del SNC?
OBTENCIÓN DE ENERGÍA A LARGO PLAZO.
Hasta ahora hemos visto como del proceso de la nutrición se obtenía energía de manera inmediata. Pero ahora, cuando las reservas de glucagón se van acabando, entran en juego las reservas de grasa. Es decir, se activa el mecanismo de obtención de energía a largo plazo.
Como se ha comentado previamente, estas reservas forman parte del tejido adiposo que tiene el cuerpo. Los adipocitos, células de estos tejidos, ante la demanda de necesidad de porte energético, empiezan a reconvertir la grasa en moléculas de energía. Ya que el proceso de nutrición directa está restringido, los triglicéricos comienzan a descomponerse en ácidos grasos y en glicerol.
Esta movilización de las grasas acontece gracias a la secreción del glucagón y de las catecolaminas. Éstas últimas son la consecuencia de la respuesta excitatoria de la médula suprarrenal, que al igual que el páncreas, ambos trabajan para mantener a las células del cuerpo con energía.
Ante esta situación, por un lado, tenemos a los ácidos grasos que son quienes alimentarán y darán soporte a las células fuera del SNC. Y por otro, el glicerol secretado se transformará, gracias a la elaboración del hígado, en glucosa. Esta fuente de glucosa irá destinada exclusivamente a las células que componen el SNC, que como hemos señalado antes, sólo trabajan con ella.
REFERENCIAS
Carlson, N.R. (2014). Conducta de Ingesta. En Fisiología de la Conducta (11º ed., pp. 430-441). Madrid: Pearson Educación.
Murray, B., & Kenney, W.L. (2017). Los músculos nos mueven. En Fisiología del ejercicio (1º ed., pp. 16-21). Madrid: Ediciones Tutor.
Peralta, C. A. (2017). Fisiología de la nutrición. Manual Moderno.