En la entrada de «Nutrición y Obtención de Energía» explicábamos el proceso fisiológico que se da desde que la persona ingiere un alimento, hasta que saca la energía que éste le aporta. Sin embargo, resulta importante conocer y tener en consideración el índice glucémico de los alimentos, así como comprender el rol que juega la insulina en todo el proceso.
El índice glucémico
Los alimentos que tienen como nutriente principal los carbohidratos (CH), pueden ser más o menos rápidos de metabolizar en cuanto a la carga glucémica que presentan. Lo que determina esta carga, es la facilidad que tiene el CH de pasar a la sangre para transmitir su energía a la mitocondria (orgánulo donde se genera la energía).
Pensemos a nivel molecular: un CH sencillo (azúcar blanco) tiene una composición muy simple que puede ser degradada con rapidez debida a la facilidad de su disolución. Su estructura molecular no es variada ni complicada: se rompe fácilmente. Por el contrario, un CH complejo (avena) tiene una composición estructural muy elaborada. Para romper el nutriente, se requiere de mayor tiempo y esfuerzo metabólico, ya que en su composición existen enlaces que refuerzan su estructura.
Por tanto, el índice glucémico nos va a decir en qué medida y con qué rapidez se va a transformar el alimento ingerido en energía disponible. Hay que señalar, que la fuente energética que transfiere el CH es la glucosa. Dicha sustancia, es la que se transforma en el orgánulo para elaborar moléculas energéticas.
La insulina
Esta sustancia es una hormona que regula la cantidad de glucosa que hay en sangre. Así como decíamos que los CH pasaban, una vez metabolizados, al torrente sanguíneo para llegar a la mitocondria, la insulina equilibra la cantidad que va a ser transportada para que las mitocondrias no se vean asfixiadas y/o inundas en glucosa.
Relación entre índice glucémico – insulina
Con lo explicado hasta ahora podremos intuir cual es la relación existente: sin IG la persona estaría falta de aporte energético y sin insulina, la glucosa dañaría la función mitocondrial.
Aun así, se ha visto que a nivel de salud biológica-fisiológica-orgánica, los alimentos con bajo IG (BIG) son más beneficiosos que los que son altos en ello (AIG). ¿Porqué?
Recuperemos la cuestión de que el organismo no sólo obtiene energía de los CH, sino que dispone de un sistema de reservas. Y es que el tejido adiposo, que también tienen la función de generar energía metabólica. Por tanto, el beneficio generado a partir de los alimentos de BIG, es que el perfil lipídico también se consume :
A mayor tiempo requerido para metabolizar los CH complejos, los adipocitos generan Ácidos Grasos Libres para suplir las necesidades energéticas del momento.
Por el contrario, de no utilizarse los depósitos de reservas, la persona comenzaría a coger peso y acabaría padeciendo condiciones de sobrepeso y obesidad. Además de que, dichas condiciones, también cursarían con patologías subyacentes de alto riesgo: cetoacidosis, hiperleptinemia, estrés oxidativo, reistencia a la insulina, diabetes…
PROBLEMAS en: índice glucémico e insulina
Aunque parezca todo redondo: un proceso bien organizado, dependiendo de cómo la persona se planifique su comida, esta condición de salubridad puede verse comprometida.
LOS PICOS DE INSULINA POR ALIMENTOS DE AIG
Como hemos visto, los alimentos que tienen un AIG aportan energía de manera rápida. Ello en sí, no es negativo ni trae repercusiones en la salud. Lo que genera futuras patologías, es la dependencia del organismo a esos alimentos.
Cuando la persona consume alimentos de AIG de manera continuada, el organismo tanto a nivel cerebral como a nivel metabólico lleva a cabo un aprendizaje condicionado. Ante la rápida disponibilidad de glucosa en sangre, se vierte insulina para regular el nivel disponible. Sin embargo, el resultado obtenido es:
Parte de la glucosa es transportada a las mitocondrias, pero el resto de glucosa sobrante, gracias a la acción de la insulina, se almacena en el tejido graso. Es decir, la insulina capta el excedente y lo almacena en forma de reserva.
Así como la glucosa que ha sido transportada a las mitocondrias, está disponible de manera inmediata, cuando ellas han terminado con su reelaboración, el organismo se ve, de nuevo, en necesidad de un aporte. Por ende, la persona vuelve a sentir necesidad de comer a las pocas horas y/o minutos de haber ingerido. Realmente no existe necesidad ya que tiene reservas, pero dado que el mismo estómago e intestino está carente de nutrientes, y las mitocondrias no reciben glucosa de manera sostenida, ese descompás, genera un proceso adictivo a los alimentos que ocasionan todo ese desajuste metabólico.
No ocurre esto con alimentos de BIG, ya que el flujo de glucosa en sangre se da en niveles adecuados y de manera sostenida. La lentitud en la descomposición de los CH, aseguran que la glucosa sea vertida en el torrente de manera gradual y mucho más prolongada en el tiempo que los de AIG.
RESISTENCIA A LA INSULINA
Este tema es algo complejo y controvertido. Expondré a modo genérico qué conlleva y más adelante, en próximas entradas, analizaremos en específico todo lo que este fenómeno conlleva y ocasiona en el organismo.
A modo general una persona que es resistente a la insulina nos dice que su organismo requiere de un alto nivel de insulina en sangre, para corregir el excedente de glucosa. Por diversas razones: pautas nutricionales, códigos genéticos, estilo de vida… el organismo no responde adecuadamente ante los efectos de la insulina, lo que conlleva un estado de hiperglucemia.
A partir de esta condición, es muy probable que las condiciones de sobrepeso y obesidad estén presentes, ya que como hemos dicho, la insulina representa una llave para guardar el excedente de glucosa en los adipocitos. A más insulina, mayor almacenaje de glucosa. Aunque… la resistencia insulínica ¿no dificultaba el excedente de glucosa? ¿Entonces?
¿Sobrepeso y resistencia insulínica o viceversa?
La clave está en tener en consideración que a priori, un estado de sobrepeso u obesidad es lo que genera una resistencia insulínica. El aumento del tejido graso y la hipertrofia de los adipocitos es lo que provoca el fallo en la regulación de la glucosa sanguínea. No obstante, es cierto que cuanta más insulina en sangre haya para corregir, ese excedente de glucosa, una vez que el organismo responde a la hormona, la glucosa es almacenada en los adipocitos. La resistencia no siempre es completa: existen índices bajo los cuales el organismo sí responde ante la hormona. Dependiendo del caso y de la gravedad, la posibilidad de que la hormona ejerza su función variará.
Más adelante trataremos este aspecto en específico. Por ahora lo que he intentado reflejar es la importancia de tener en cuenta el índice glucémico a la hora de alimentarnos, así como conocer la hormona de la insulina y el rol que juega en nuestro organismo. Con esta base, cuando más adelante nos adentremos en condiciones y estados insanos, resultará más sencillo comprender bien los procesos emergentes.
REFERENCIAS
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