Acudir al psicólogo es un hecho que por X, Y o Z no es fácil. ¿Porqué es tan complicado? ¿Qué lo convierte en el último recurso de muchas personas? ¿Qué es y qué no es «ir al psicólogo»? En esta entrada intentaré aclarar algunos miedos, incertidumbres así como también, desmitificaré ciertas creencias que paralizan a la persona a la hora de tomar una decisión con respecto a ir o no a una consulta de psicología.
Mitos y Creencias Erróneas
«La terapia es para: los que tienen enfermedades mentales, para los locos , para los que no pueden solucionar las cosas por sí mismos, etc.»
Antes de todo aclararemos términos. Acudir al psicólogo NO es sinónimo de «hacer terapia». En algunas ocasiones sí se realiza ese tipo de trabajo, pero en otras tantas situaciones no.
TERAPIA:
Una mujer que ha sido diagnosticada con un trastorno depresivo mayor y que comienza a padecer agorafobia. Síntomas vistos: llantos frecuentes, pérdida de interés por sus antiguos hobbies o su vida social, sentimiento de vacío, tristeza, problemas con el sueño (hipersomnia), fatiga, sentimiento de inutilidad o desesperanza, miedo a salir a la calle por si se encuentra con alguien y debe entablar conversación, temor a que fuera de casa le ocurra algo (mareos, vértigos, desmayos).
En este caso sí convendría realizar una terapia. ¿Y eso qué es? ¿Qué implicaría hacer la terapia? Lo principal sería conseguir que la mujer regresara a su nivel de autonomía y autosuficiencia. Esto es, que consiga seguir adelante dejando atrás todo aquello que le impide vivir su día a día: sentimientos negativos, problemas de sueño, renuncia de metas u objetivos, etc. En este punto lo que se intenta es ayudar a la persona a organizar su mundo interno, de tal manera que sea ella misma quien acabe decidiendo si un día quiere quedarse en casa o si prefiere irse con su círculo social al cine. El psicólogo NO trata de convencer a la persona de que «no es que sea una persona inútil sino que está pasando por una mala racha»; no le aconseja que «debe salir de casa para comprobar lo mucho que la vida le tienen que ofrecer», etc. El rol del profesional está en acompañar, en apoyar, en levantar, en hacerle entender a la persona que ella misma es quien debe decidir cómo desea llevar a cabo su vida, no sus circunstancias, sus problemas o sus inseguridades (entre otros).
NO TERAPIA:
Una mujer soltera acaba de ser madre primeriza y considera que no es buena madre porque considera que no para de cometer errores con su bebé. Así mismo, ve que no llega a todo y que el negocio online que tiene va a tener que pausarlo por un tiempo indeterminado. La baja por maternidad no se la había planteado y ello le enfurece.
¿Hace falta en ese caso realizar un proceso de terapia? NO. Tal y como hemos leído se trata de una mujer que ha comenzado a experimentar los primeros cambios acontecidos por la llegada del bebé. Se encuentra en un momento de transición. Antes era trabajadora y ahora también es madre. Vivía sola y ahora no. Contaba con una rutina y ésta ahora no le sirve. ¿Qué puede esperar esta mujer de un profesional de la psicología? Primeramente un espacio donde poder desahogarse de todo lo que está sintiendo y viviendo. Segundo, un lugar donde adquirir nuevas herramientas y recursos que le ayuden a gestionar su nuevo día a día. Y por último, un momento donde se para a pensar en ella misma y en si sus propias necesidades están siendo o no cubiertas, ya que si la madre no está bien, el bebé se verá afectado.
Porqué se convierte en el último recurso
Dadas las falsas y antiguas creencias, es lógico que el rol del psicólogo no se equipare a ir una consulta con el médico de cabecera. Además, cierto es que existe otra razón que impiden que una persona de un paso adelante: el creer que ir al psicólogo equivale a «hablar con un amigo». Cuanto daño hace este hecho.
Cabe destacar que como en todas las profesiones habidas y por haber, existirán buenos y menos buenos profesionales hasta llegar a los ineptos. Pero ello no debiera de ser tan representativo como lo es en la profesión del psicólogo. Al igual que hay médicos de cabecera que recetan fácilmente aquello que el paciente le demanda, también hay profesionales de la psicología que no acaban por entender bien cual es la labor de su profesión. Algunos aconsejan, otros «te dicen lo que deberías hacer», otros «te resuelven el problema» como ellos consideran… sin embargo, esto no es más que cobrar por hablar. Y ese sí suele ser la labor del buen amigo: escuchar, hablar y «recomendarte, aconsejarte, decirte que hacer…». El psicólogo, como hemos visto más arriba en los ejemplo, no.
Dejamos de ser el último recurso cuando …
1.- Un conocido nos habla de su experiencia en el psicólogo y notamos su cambio.
2.- Deducimos que debe haber algo más de «un hablar y hablar» para que sea considerada profesión sanitaria y se cobre, en algunos casos, tales precios.
3.- Hemos tenido alguna clase de contacto con la profesión de la psicología el cual engloba el rol del profesional psicólogo: visualización de un documental sobre salud mental, lectura de testimonios de quienes han realizado una terapia o un proceso similar, una entrevista televisiva a quien ha realizado una terapia o un proceso similar, etc.
Es decir, acudimos al psicólogo en el momento en el que dejamos a un lado el «no saber» por el «haber qué me puede ofrecer». Cuando apartamos lo que «suponemos, creemos, esperamos…» a un lado y nos atrevemos a iniciar un proceso personal, es cuando realmente nos damos la oportunidad de poder juzgar de primera mano si «ir al psicólogo» es para X población o si es «como hablar a un amigo».
Por tanto… acudir al psicólogo:
Acudir a un psicólogo es muy sencillo. Tan fácil como localizar a un profesional colegiado con su número de identificación, llamar para concertar una cita y darnos la oportunidad de ver si sacamos o no provecho de ello con un mínimo de 4-5 sesiones (se requiere de dicho tiempo puesto que las primeras 2-3 consultas son destinadas a la toma de contacto y al conocimiento mutuo profesional-cliente).
*He querido dejar a un lado la cuestión económica ya que, aunque es cierto que muchas personas acuden al psicólogo como último recurso por el coste que les supone, lo cierto es que a nivel general las creencias populares juegan un rol mucho más importante en el momento presente. Si no, piense en las veces que se habla abiertamente de «el otro dia fui al psicólogo y me dijo que…» Esto no ocurre con los médicos, de los cuales enseguida decimos qué nos ha diagnosticado o qué tratamiento nos ha encomendado.