FLUCTUACIÓN HORMONAL Y MALESTAR EMOCIONAL
La inestabilidad emocional se suele vincular al ciclo menstrual ya que la fluctuación hormonal puede alterar el estado anímico de la mujer. De hecho: ¿cuántas veces hemos dicho “serán las hormonas”, “no me hagas caso que estoy premens” “me tiene que bajar la regla, así que no te lo tomes personal” etc.?
A nivel social, en círculos cercanos e, incluso, en el más personal e íntimo, las mujeres tienden a vincular su malestar emocional con una fluctuación hormonal..
¿Qué hay de cierto en esto? Analicemos qué conlleva el ciclo menstrual y de qué manera se relaciona con la inestabilidad emocional.
LA FLUCTUACIÓN HORMONAL EN EL CICLO MENSTRUAL
La fluctuación hormonal está regulada por la interacción entre el hipotálamo, la glándula pituitaria y las gónadas femeninas. El hipotálamo estimula la liberación de una hormona (GnRH) cuya función es la liberación de la hormona gonadotropina a través de la glándula pituitaria. Esta glándula produce las hormonas gonadotrópicas, también conocidas como “hormonas femeninas” o LH y FSH. Y éstas a su vez, estimularán las gónadas femeninas (los ovarios) para que produzcan estrógenos y progesterona. Cuando ambas hormonas empiecen a ser secretadas al torrente sanguíneo, el hipotálamo recibirá la señal y detendrá la secreción de la GnRH para detener la producción de gonadotropinas.
Este ciclo se cerrará cuando los niveles de estrógeno y progesterona decaigan y el hipotálamo, nuevamente, libere la hormona GnRH.
RELACIÓN ENTRE EL CICLO MENSTRUAL Y LA INESTABILIDAD EMOCIONAL
La relación que existe entre la inestabilidad emocional y el ciclo menstrual se ha convertido en un tema de investigación de mucha importancia en los últimos años. Esto se debe a que entorno al 75% de la población femenina experimenta síntomas menstruales en la fase lútea y, alrededor de 3-8% de las mujeres cumplen con los criterios de Trastorno Disfórico Premenstrual.
La evidencia más clara de cómo el ciclo menstrual puede alterar el bienestar psicológico y estado emocional de la mujer está en que, a nivel neuroquímico, se ha visto que existen receptores de hormonas femeninas en diferentes áreas del cerebro.
Dado que las hormonas estradiol y progesterona son liposolubles, son capaces de cruzar la barrera hematoencefálica e interaccionar en ciertas regiones del cerebro como la amígdala (vinculada a funciones emocionales), el hipocampo (involucrado en procesos de aprendizaje y memoria) y el córtex-prefrontal (área de raciocinio).
Paralelamente, también se ha confirmado la influencia de dichas hormonas en sistemas como el serotoninérgico, GABA y dopaminérgico. Esto sugiere que concentraciones de estas hormonas en el cerebro, sí pudieran desencadenar sintomatología relacionada con un estado psicológico alterado (dificultad de concentración, percepción de falta de control, dificultad por recordar o memorizar) o de inestabilidad emocional (mayor irritabilidad, sensibilidad ante estímulos percibidos como tristes…).
ROL DE LA PROGESTERONA EN LA INESTABILIDAD EMOCIONAL
Estas hormonas que intervienen en áreas cerebrales tienden a concentrarse y, en el caso de la progesterona, se ha confirmado que tiene alta presencia en la zona amigdalar.
La amígdala es un área del cerebro que se encarga del mundo emocional y, dado que en la fase lútea se da un incremento significativo, es esperable que, la mujer experimente mayor inestabilidad emocional.
La hormona progesterona actúa como estimulante de la actividad amigdalar, favoreciendo de este modo una sobre-activación que repercutirá en cómo la mujer experimenta y procesa sus emociones.
Así mismo, se ha evidenciado que las mujeres con altas concentraciones de progesterona en la amígdala tienden a reconocer más fácilmente expresiones de dolor y de miedo. Y del mismo modo, se ha confirmado que el tiempo de respuesta ante situaciones de tristeza o enfado/irritación se reduce. Es decir, aumenta la impulsividad.
EXPERIENCIA SUBJETIVA DE MALESTAR EMOCIONAL
Como hemos comentado, la progesterona tiene gran poder de activación sobre la amígdala. Luego está involucrada directamente en la experiencia subjetiva que tiene la persona con respecto a su mundo emocional.
Hay que señalar que esta hormona modula el sistema GABA, el cual guarda estrecha relación con la secreción de neurotransmisores como son: la serotonina (conocida como hormona de la felicidad) y la dopamina (hormona del placer). Este sistema está encargado de facilitar las intercomunicaciones neuronales con el fin de rebajar la actividad excitatoria. Es decir que, a la hora de intentar comprender cómo el organismo hace frente o procesa las condiciones de estrés, el sistema GABA tienen la capacidad de alterar la percepción de las emociones, así como su intensidad en la expresión.
Actualmente, el sistema GABA se tiene en cuenta en investigaciones que intentan explicar la génesis de la depresión y los cuadros de ansiedad. Y con esa razón, se utiliza como punto de partida en muchos tratamientos ya sean farmacológicos o no.
¿HASTA QUE PUNTO LA MENSTRUACIÓN AFECTA A LA INESTABILIDAD EMOCIONAL?
Así como se ha demostrado que existen receptores de hormonas sexuales en áreas cerebrales y ellas interaccionan con otros neurotransmisores, existe también evidencia científica en que hay mayor percepción de malestar emocional en mujeres que no consideran que tengan control sobre sus emociones. Esto suscita la pregunta de hasta qué punto el ciclo menstrual provoca inestabilidad emocional en la mujer.
TRATAMIENTO NO FARMACOLÓGICO PARA LA INESTABILIDAD EMOCIONAL EN EL CICLO MENSTRUAL
Aunque las mujeres por lo general experimentan cambios hormonales, es cierto que no todas responden del mismo modo, ni las perciben en la misma intensidad. Es decir, existe parte de la población femenina que no experimenta inestabilidad emocional relacionada con su ciclo menstrual. Esto sugiere que cuanto mayor sea la capacidad que tenga la mujer para gestionar los cambios percibidos, menor será la probabilidad de la aparición de síntomas relacionados con el malestar emocional y psicológico. En cambio, un menor control sobre las emociones desencadenaría estados mentales de preocupación, sentimientos de estar abrumada, mayor tensión interna… propiciando un incremento en la ansiedad que derivaría, como consecuencia, en un aumento de los estados depresivos.
Por esta razón, desarrollar habilidades y recursos que permitan a la mujer adquirir mayor control sobre sus emociones reduciría el malestar psicológico y emocional. Una mayor consciencia de las emociones permitiría a la mujer controlar la ansiedad y el desánimo.
REFERENCIAS:
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