Es un hecho irrefutable que la mente nos vuelve loc@s. La manera en la que el cerebro es capaz de procesar la información y de vincularla con el área donde se generan las emociones, es asombroso. Y es por eso, que no podemos dejar de distinguir que en el ser humano, cohabitan dos aspectos: la mente con su función cognitiva y la emoción con su capacidad de hacernos sentir.
Productos de la mente que nos vuelven loc@s
1º EL SÍNDROME DE LA DUDA
No es la primera vez que mencionamos en esta web que el cerebro es un órgano que se dedica a la probabilidad, al análisis y a la anticipación. Estas tres cuestiones son las raíces para la génesis de la duda. Veamos un ejemplo: una mujer le pide a su pareja que le recoja un documento de su escritorio y éste por un motivo u otro lo ha perdido:
«¿Es probable que se enfade si le digo que lo he perdido o es más probable que comprenda que he cometido un error y le reste importancia? Sabiendo que se trata de una persona minuciosa, que le gusta tener las cosas bien hechas… creo que es más probable que se enfade. Aunque tampoco es que se enfade fácilmente, apenas discutimos. Y todos cometemos despistes ¿no? Pero, ¿y si era urgente o muy importante? Aunque… si el dichoso papel lo tiene informatizado y puede volver a imprimirlo…. entonces tampoco es para tanto creo yo. No le costará nada sacarlo de nuevo. ¡¡AH!! ¿Si no tiene una copia? Entonces sí se va a enfadar y con motivo. Tal vez pueda preguntarle indirectamente de qué trataba ese papel y, dependiendo de lo que sea, igual puedo apañármelas para conseguirle otro….»
¿Os suena el estilo del comecocos que tiene este chico por haber traspapelado un documento? ¿Cuántas veces nos hemos dedicado a alimentar la duda con cuestiones que no sabemos? ¿Os reconocéis en el aspecto de utilizar el «y si….»?
¿Por qué la duda nos genera locura? Porque nos hace sentir mal. Indefensos, débiles, inseguros de nosotros mismos, frágiles… Todo sensaciones negativas que afectan al estado de ánimo de la persona. Y esos ánimos, desde luego, nos nos generan salud con endorfinas, sino que es más probable de que aumenten las concentraciones de cortisol (hormona del estrés).
2º LAS COMPARACIONES DEL DEMONIO
Mírate en espejo y pregúntate seriamente: ¿Cuántas veces en el último año has dicho «cada uno es único, todos somos distintos, cada organismo es diferente» «funcionamos de maneras diversas» «tú eres tú y yo soy yo» (Etc.)?
Y ahora quisiera que sintieras esa leve vergüenza (no dañina, pero sí despierta-conciencias) y recuerdes en cuántos momentos te has comparado con otra persona. En cuántas situaciones has intentado actuar en el modo en el que otra persona lo ha hecho. En qué cantidad de veces has querido, por unos instantes, ser otra persona porque la has considerado mejor que tú.
¿Porqué no somos sinceros con nosotros mismos, analizamos de qué pie cojeamos y, sobre eso, trabajamos para obtener un estilo propio? Eso es viable, sano, enriquecedor y te permite desarrollarte como persona en otros ámbitos en los que no sueles estar tan al loro de cómo eres.
La mente nos vuelve loc@s con las comparaciones. Nunca llegamos a ser suficiente para nosotros mismos. Solemos decir que es porque queremos ser suficiente para otros, pero a eso se le llama autocastigo. No debemos centrar nuestra realidad en lo que los demás «creemos» que esperan de nosotros. Lo sano es vivir centrados en qué necesitamos nosotros para sentirnos bien, satisfechos, empoderados y dueños de nuestra vida. La mirada debe estar orientada hacia uno y no hacia el resto, por algo tan sencillo como: nuestra salud la experimentamos nosotros y no el resto.
3º EFECTO AUTOENGAÑO Y DISIMULO
Hablemos de tres YO en nuestra persona: el YO infantil, quien es espontáneo, divertido y juguetón; el YO social, quien interacciona con las personas y/o la realidad, así como representa a su propio ser en los diferentes contextos sociales y el YO personal, con el que tenemos nuestros diálogos mentales, con quien decidimos y evaluamos alternativas y nos solemos mover cuando estamos con nosotros mismos.
Pongámonos ahora en la situación de que nosotros definitivamente No queremos hacer algo, pero en realidad algo en nosotros nos sugiere que Sí. Nuestra mente nos vuelve loc@s y derivamos en un lío mental que nos obliga a estar en el No, pero…. tal vez!, Sí…. …y si…..
¿Qué locura no? El cerebro está despierto y analiza. Trabaja minuciosamente y conoce qué es lo mejor para la persona dada la situación que vive. Podríamos decir que aquí intervendría el Yo Personal. Sin embargo, el YO infantil…. tiene sus antojos y le apetece terriblemente disfrutar y dejarse llevar. Y como hemos dicho previamente, el aspecto infantil no entiende de riesgos-beneficios, análisis y demás cuestiones. Éste solo atiende a placeres y «ganas de». ¿Qué ocurre con el YO social? Pues que se debate entre la interacción con la realidad para hacer lo que le apetece al Yo infantil, pero tiene al YO personal diciendo que no es el momento adecuado.
¿Por qué reflejo esto? Porque seguramente hayas vivido momentos como este donde no sabes que hacer: a priori dices NO, aunque internamente estás diciendo SÍ. Y es que el cerebro es así realmente. Existe un mecanismo interno en el que si realmente nosotros no nos creemos lo que lo que pensamos a nivel superficial, la batalla esta perdida. De ahí que el trabajo cognitivo exija su esfuerzo. Debemos traspasar lo que queda en la superficie a la parte interna de nuestra persona. Y eso no es tan fácil como coger gafas de buceo y adentrarse. Exige por parte de la persona ser honesta y plantear las cosas seriamente. Y cuando vemos que la batalla es de gran calibre, tenemos que poner en activo la técnica de la contraargumentación*. Desacreditar al Yo infantil y actuar como Yo Personal y responsable.
*La contraargumentación: técnica de uso cognitivo para rebatir pensamientos no reales, distorsionados o no válidos. Algo que yo trabajo con mis clientes.
La locura, Lo-Cura
Somos lo que creamos con nuestra mente y si no aprendemos a controlarla es muy posible que nos volvamos loc@s por momentos o por periodos. Sin embargo, como bien pone justo al incio de este apartado, la misma locura puede ayudarnos a curar aquello que nos genera debilidad o daño. Porque sabemos que cuando una persona, por ejemplo, está enferma, el mismo hecho de estarlo también conlleva la sanación: trae la cura. Asique definitivamente, aunque la mente nos vuelve loc@s, nosotros podemos volver a la cordura si nos dedicamos tiempo y somos honestos con nosotros mismos.
REFERENCIAS
Esta entrada tiene que ver con una reflexión a partir de la lectura de un artículo denominado: NO DEJE QUE LA MENTE LE VUELVA LOCO. Escrito por Xavier Guix.