SALIR DEL ÁREA DE CONFORT

Y un día te quedas sentado y te preguntas si estás viviendo la vida o ésta esta pasando sin que te enteres. Das vueltas a la cabeza de todo lo que te gustaría hacer y caes en la cuenta de que NO consigues hacerlas. ¿Porqué? ¿Qué sucede para que tú quieras y no lo consigas? Aquí la respuesta: TAL VEZ IMPLIQUE SALIR DEL ÁREA DE CONFORT.

Podemos justificar la no-acción en base al cansancio que arrastramos por una intensa jornada de trabajo, por ejemplo. También podemos valernos de «no tengo dinero disponible ahora mismo» o «no tengo tiempo». Ciertamente, nos resulta indiferente examinar qué excusas son las que interceden en nuestra última decisión, ya que una excusa sirve para eso: excusarnos.

Ahora bien, admitamos que estamos cansados, demos por válido que no disponemos del dinero requerido o que el tiempo es el justo… ¿eso es todo? Pensemos un poco más allá: ¿hasta qué punto aquello que tanto deseas hacer implica salirse del área de confort? Partamos de la base de que, aquello que uno anhela hacer, resulta ser algo que no se hace diariamente. Por lo tanto, se trata de un plan, una actividad, un momento que no se encuentra agendado: está fuera de lo que tenemos automatizado, fuera de lo que controlamos diariamente .

¿Estamos acostumbrados a salir de nuestra zona de confort?

Desde una perspectiva personal diría que no y desde una perspectiva más profesional, diría que tampoco. Nuestras vidas están completamente organizadas: desde que nos despertamos hasta que nos acostamos. Sabemos que tenemos que hacer y lo llevamos a cabo. Desde niños se nos ha inculcado la creencia de que una vida organizada es la que más salud y estabilidad nos ofrece. El resumen final de una vida adulta sería: despiértate, trabaja duro, aliméntate, sigue trabajando, queda con la familia y los amigos y duerme. Cierto es que este resumen tendrá en cada persona sus variaciones, ya que no todas las vidas se rigen por los mismos ritmos, ni por las mismas rutinas. Sin embargo, ¿a caso no es representativo lo que he descrito en la mayoría de personas? Cada uno tendrá su propia rutina y cada uno verá cómo sería si ésta se rompiese durante dos días o 3 semanas. Para algunos, salir del área de confort implicará no trabajar hasta las 22:00 de la noche, sino dejar los mandados a las 18:00 e irse en coche a un lugar donde dar un largo paseo. Para otros, implicará dejar su puesto de trabajo y emprender un negocio propio.

¿Qué implica, por tanto, salir del área de confort?

Implica poner un poco de ti en tu vida. Ya sé que las personas viven su día a día con mucho de ellas mismas, sino no sería lógico, ¿no? Sin embargo, lo que estoy queriendo resaltar es que, aunque debemos ser responsables y asumir tareas y funciones para salir adelante, también debemos aprender a que vivir implica mucho más que intentar «llevar el día a día». Vivir también es disfrutar, también es soñar, imaginar, intentar, fallar, cometer errores.

¿Qué nos pasa con los errores?

Cuesta mucho asumir que hemos cometido un error. ¿Porqué? Para algunas personas representa un «haber desperdiciado tiempo o energía», para otras implica sentir culpabilidad y/o fracaso. Se nos olvida muy rápidamente que, en el momento en el que estuvimos cometiendo ese «futuro error», estuvimos viviendo. ¿Lo pasaste bien por aquel entonces? ¿Aprendiste algo mientras lo estabas haciendo? ¿Tuviste algún momento de conectar contigo mismo? ¿Descubriste alguna faceta nueva tuya?

Aprendamos que los errores son denominados así por el sentimiento que nos provocan y por el valor que les damos. Por lo demás, se quedan en meros hechos de una vida: tu vida.

La última decisión.

Es tuya. Puede haber gente que te impulse, que te oriente, que te ayude para salir del área de confort. Pero la última decisión para salir del área de confort es solamente tuya.

¿Da miedo? Claro y es COMPLETAMENTE NORMAL sentir miedo sobre la incertidumbre. Gracias a esa emoción es que hemos sobrevivido como especie. Pero no te equivoques: si hemos ido evolucionando, ha sido gracias a que nuestro cerebro ha ido desarrollándose y adquiriendo nuevas habilidades y estrategias.

Si el mono se hubiera quedado en su área de confort, tal vez jamás hubiera tenido que ponerse a dos patas y aun seguiríamos siendo peludos y cuadrúpedos. A parte, fíjate como nos comunicamos ahora. Ya no nos gritamos con un «hunga-hunga». Cuantos idiomas y dialectos tenemos ahora y qué cantidad de métodos para comunicarnos hemos diseñado.

Cuando uno sale del área de confort es cuando uno realmente tiene más probabilidades de crecer y desarrollarse. ¿Arriesgado? Obvio, seguro que algún mono se quedó por el camino, pero otros tantos nos hicieron llegar a donde ahora estamos.